miércoles, 15 de agosto de 2007

El Lobo Estepario

De qué trata El Lobo Estepario

Cuenta la historia de Harry Heller, un personaje que se desdobla entre una naturaleza humana y otra de tipo lobuna.

Todo comienza al llegar a una pensión, donde convive con habitantes de bien, “centrados”, con actividades y vida “normal”.

Al sentirse desencajado en este ambiente tan predecible y rutinario, decide salir a caminar, momento en el cual recibe de manos de un joven, un tratado que cambiaría su rumbo, un camino donde se sentiría más cómodo e identificado en esta doble dualidad de hombre-animal.


Relata la vida de un lobo estepario, su soledad, sufrimientos, características, virtudes y las circunstancias que lo determinan.

En este ir y devenir por los relatos, historias y lugares que visita, profundiza y reflexiona en torno a la muerte, el suicidio, el amor, la vida toda. Se podrá apreciar a través de la lectura, que la vida de Heller, es una reflexión permanente acerca de lo que lo rodea y su propia interpretación acerca de ésta.

Luego de la pensión, llega a una biblioteca, donde al encontrarse con un profesor de la niñez y compartir una cena en casa de éste, cuestiona una pintura de Goethe, pintor con el cual tiene encuentros de reflexión en apariciones imaginarias.

En esta búsqueda, comienza a visitar tabernas hasta llegar al Águila Negra, restaurante en el cual conoce a la mujer que lo “centrará”, su cable a tierra y, a la vez, quien lo terminará de enloquecer hasta el punto del homicidio: Armanda, de quien se enamora perdidamente y quien tampoco puede adaptarse del todo a la vida, ya que también desea morir (tal vez por su dualidad sexual).

Comienza una relación en que, a través del relato y del tiempo, aprende a bailar, actividad que le permite conocer a María (prostituta), con quien tiene una relación sexual nunca antes vivida con mucho erotismo, juegos, bailes y paseos. También conoce a Pablo, amigo e infidente de Armanda. Éste último da a conocer a Harry otras vivencias de la vida, como los estupefacientes.

El climax y culminación de la obra, termina en un gran baile, en donde Pablo, luego de compartir alcohol y droga con los personajes, Harry experimenta vivencias imaginarias en donde recorre diferentes aspectos de su propia vida a través de frases de tipo introspectivo, la ironía y la reflexición, como “Quién tuviera mil lenguas”, “Resultado garantizado”, o “Te mueres de la risa”, entre otras.

Termina el relato cuando Pablo cuestiona a Harry por no haber sabido jugar el juego, ya que da muerte a Armanda, en un acto irreflexivo al ver a ambos tirados en el suelo, la única manera que “se mata por amor”, cuando la razón se ciega y da paso sólo al egoísmo del protagonista.

Opiniones acerca del Lobo Estepario

Luego de leer algo de la bibliografía de Herman Hesse (1877-1962), en relación a sus vivencias, sufrimientos y devenir de su propia existencia, se puede entender de mejor manera por qué es un escritor “intimista” como se le ha dado en conocer. Escudriña el alma, los actos y la vida en su expresión más íntima.

En la opinión del suscrito es un relato que refleja el descontento consigo mismo, pero un descontento donde no logra identificar y clarificar con total transparencia que lo “normal”, es precisamente la diversidad, la cual debe ser aceptada, acogida, es más, incentivada.

La riqueza de la vida está precisamente en la diversidad, no en la multiplicidad de personalidades y de andar como el camaleón cambiando de color sólo por conveniencia, sino en aceptar que los seres humanos no somos unidimensionales en todas las esferas de la vida, pudiendo ser intelectuales en unas e ignorantes en otras, osados o temerosos, tímidos o conquistadores, espirituales o instintivos, santos o libertinos, bellos o feos, líderes o seguidores, profesores o alumnos, hijo(a)s o padres (madres), esposo(a)s o amantes … y así en muchas dualidades. No somos seres sólo en una existencia extremista de hombre de bien, culto, responsable, e inteligente u otra, totalmente diferente como lo es un animal, violento, desconsiderado, irreflexivo y que sólo se ocupa de sí mismo.

El sino de Harry - para parafrasear a Edipo Rey-, el sino trágico del protagonista es no aceptarse tal cual, el de cuestionarse, el de buscar el amor, pero a la vez rechazarlo, el de querer ser sólo considerado, pero no despectivo, lo cual lo lleva a un martirio permanente, innecesario por cierto, ya que no somos perfectos y, por qué no decirlo, porque tenemos el legítimo derecho a no ser permanentemente “correctos” y porque además tenemos el completo “Derecho a No Estar de Acuerdo con lo que Pensamos” (aunque esta frase parezca contradictoria).

Es más y déjenme decirlo, es un sino que tenemos marcado a juego la gran mayoría de los seres humanos, un sino inyectado por los “valores”, por la cultura, por la moral e ignorancia de la “sabiduría” mal entendido de nuestros añejos adultos y además por la desgracia que nos ha traído los valores levantados por la Iglesia, por los poderes económicos y políticos que les conviene y les resulta rentable mantener una clase humana ignorante y llena de culpas, clase a la cual le cueste mucho revelarse y enfrentarse de igual a igual, porque a los que ostentan el poder que entrega el conocimiento, necesitan de la clase obrera, aquella clase que realice todo el “trabajo sucio” y a la cual arrancarle el dinero en nombre de Dios, del amor y de las buenas obras.

Si no fuera así, es cuestión de pensar en nuestra propia existencia y de las que nos rodean y encontraremos ejemplo en cada uno de ellos, quien no conoce a aquel que repite padres nuestros y se golpea el pecho porque creyó ofender (y más encima sin intención), quien no conoce a aquel que se ruboriza al escuchar un garabato bien dicho, o que no se permite romper una regla “moral” auto impuesta por sus propias trancas, o que no acepta una invitación a tomarse una simple taza de café con una persona diferente a su pareja por sentir que “engañará”, o aquellos que no aceptan la legítima opción sexual de algunos en contra de lo establecido como “normal”, o quien no conoce a aquel que no puede leer en público porque cree que hará el ridículo, o aquel que … piensen, piensen…

El que no entienda y acepta la diversidad, no sólo de actuar y pensamiento ajeno, sino del propio, ganará la justa condena de vivir una vida imposible, llena de martirios, culpas y descontento consigo mismo, por el simple hecho de no saber relacionarse con el mundo exterior y por su propia incapacidad psicológica de adaptarse a un mundo en permanente cambio.

Si no sabemos jugar el juego de la vida, perderemos, tal como Harry perdió a su amada Armanda.


No vivamos en constante antagonismo con nosotros mismos, no vale la pena, en 80 años más hasta nuestros hijos estarán muertos y permítanme informarles que la humanidad tiene una infinita cantidad de veces “80 años”, ¿vale un minuto de nuestras vidas, quedarnos pegados en un episodio?

Quien pretenda desenvolverse, sin aceptar las legítimas diferencias entre la mente y el actuar, quedará en el camino, en el camino de la sin razón, de la falta de control, de la depresión… de la locura. No se debe olvidar que entre el pensamiento y el actuar, existe un paso intermedio para que vayamos por la vida felices con lo que pensamos: el “Sentir”. Luego, primero Pensar, luego Sentir y y y y y y… luego Actuar.

Si actuamos sin pensar, tendremos consecuencias, ya que luego sentiremos que debíamos haberlo pensado mejor (es decir, sentir lo que íbamos a hacer). Por eso, es totalmente legítimo decir “tengo todo el derecho a no estar de acuerdo con lo que pienso”, ya que en el proceso a la acción, siento lo pensado, y como no estoy de acuerdo con lo que pienso, actúo de manera distinta: Es un Derecho.


No puedo concluir sin una reflexión oriental "Los Pensamientos que no se Convierten en Acciones, son Pensamientos Vanos", y la verdad lector… muchas veces es mejor quedarse con el pensamiento vano, que éste se quede en su mundo imaginario, lo digo por innumerables experiencias personales, ya que cuando éstos los materializas en hechos sin sentirlos en toda su dimensión, éstos traen consecuencias y, la verdad, duelen, duelen hasta el alma.

Por eso es que la única manera de “Matar por Amor”, o dicho de otra manera, la única forma de “Matar la Razón”, es actuar de manera irreflexiva (sin sentir) nuestros actos a punto de ejecutar.

Llevemos una vida feliz, venturosa, agradable, aceptando nuestras diferencias, no sólo las de los demás, sino que principalmente las de nosotros mismos, perdonémonos las metidas de pata, No Vivamos Con Culpa, o nos controlarán y seremos simples marionetas de una vida a la cual tenemos todo el
derecho de sacarle el jugo hasta la última gota.

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